martes, 31 de octubre de 2023

 
NOVIEMBRE 2023.
INICIO. Antolín Crespo es un hombre lleno de fuerza, belleza y sensualidad que ha tenido que sacar adelante a su familia, desde que su padre lo perdió todo y murió, por lo que al trabajar la única tierra que le quedó, hace todo lo posible por ayudar a su tía, la bondadosa Prudencia, y a su hermano menor, Camilo, un muchacho testarudo e inconforme que sueña con poseer las riquezas de la casa grande, como llaman a la imponente hacienda de Efigenio Mastreta, el hombre que llevó a la ruina al padre de Antolín y que, dicho sea de paso, también le arrebató a su gran amor, pues está casado en segundas nupcias con Rosario Vampa, la mujer más hermosa del lugar y la cuál se unió a él por ambición, obligada por su padre, Abelardo, quien se la vendió al yerno a cambio de mucho dinero y que la obligó a estar con hombre, al que el progenitor le es fiel y leal, pues de esa manera recibe una cuantiosa mensualidad por parte de este. Sin embargo la mujer se las ingenia para verse con su amado Antolín a escondidas, siempre nerviosa, temerosa a que los descubran, y siempre al acecho de Sandro, hijo de su marido, el cual es un bueno para nada que solo sabe obedecer a su padre y se la vive de fiesta, emborrachándose con mujeres. Él siempre ha estado obsesionado con la belleza de su madrastra, desde que eran adolescentes. Por ello siempre la espía y procura sorprenderla sola, para abrazarla, tocarla, y decirle cuando le gusta, descubriéndolos un día el mismo Abelardo, quien al quedar a solas con su hija la abofetea y la acusa de ser una cualquiera. Ella le cuenta del acoso del hombre por lo que el padre cree que deben enterar a Efigenio, sin embargo la esposa, a sabiendas de lo que es capaz su marido, lo prohíbe asegurando a su padre que su su esposo lo sabe la culpará a ella y entonces quedarán en la ruina, pues la echará de la casa grande.

Prudencia hace una visita a DamianaMagallanes, quien se encuentra muy enferma y está convencida de que pronto morirá, por lo que confía a su vieja amiga y enfermera que ha hecho su testamento, en el que hereda a su único pariente con vida. Delira un poco y por ello la visitante le sigue la corriente y luego habla con la fiel sirvienta Virtudes Aguilar, quien sufre por la agonía de su patrona y confiesa sentir mucha angustia, pues perderá a su patrona y amiga, además de que se quedará sin trabajo. Prudencia la abraza y reza con ella por el alma de la enferma, además de asegurarle que Dios la ayudará y encontrará qué hacer llegado el momento.

Briseida Pinzón es una mujer muy astuta que se las ingenió para seducir a Sandro y volverse su novia, esforzándose siempre para obligarlo a casarse pero él no es tonto y sabe lo que ella quiere, por lo que le da evasivas y se las ingenia para que la mujer se entregue a él cuando le place.

En la capital del país, Marta Julia Tovar está casada desde hace años con el viudo Damián Riveranzola, un hombre que le da todo: atención, amor, y cariño, sin conseguir hacerla feliz, pues la mujer se unió a él solo para salirse de su casa y evitar tener que buscarse la vida. Ha pagado caro ese precio, pues padece el desdén de Helena, su suegra, una mujer ambiciosa y vanidosa que siempre la ha considerado una oportunista y no pierde la menor oportunidad para incomodarla, lo mismo que su nieta, Tamara, una muchacha egoísta y cruel que está encaprichada con Leonel Agudelo, el fiel amigo de su padre, mismo que oculta el gran amor que siempre ha sentido por Marta Julia, a la que apoya en todo, despertando esto los celos de la hija y provocando las intrigas de Helena, quien asegura a su hijo que su mujer lo está engañando con su mejor amigo.

Mientras trabaja en sus siembras, apoyado por Camilo, Antolín sufre las provocaciones de Efigenio, quien siempre ha intentado apoderarse de sus tierras y le hace una nueva oferta para comprárselas, obteniendo una negativa del hombre, el cual le recuerda que ya bastante le robó a su difunto padre. Cae en las provocaciones de su enemigo cuando este le pregunta cómo puede estar seguro de que el difunto en realidad fue su padre, si su mamá era una cualquiera. Por ello Antolín intenta golpearlo pero es detenido por Melesio, capataz de Efigenio, el cual le apunta con un arma de fuego. Efigenio se marcha no sin antes asegurar que esas tierras tarde o temprano serán suyas, como lo fue Marta Julia.

Sandro intenta hacer suya a Marta Julia, por lo que la mujer le revienta una botella en la cabeza y sale huyendo hasta llegar a casa de Prudencia, con la que se desahoga, asegurando estar harta y querer morirse, pues no ha podido olvidar a Antolín y vive temerosa de que su marido o el hijo de este quieran hacerla suya en cualquier momento. La mujer le aconseja que haga lo que tenga que hacer y abandone a su marido, pero lo cierto es que Marta Julia teme por la vida de su padre, al que Prudencia desprecia pues lo considera un ser mezquino que fue capaz de todo, hasta de vender a su hija, por su ambición desmedida.

El padre Zacarías acude a Damiana para darle la extrema unción. La mujer le entrega un sobre con dinero y le suplica que no desampare a Prudencia y sus sobrinos, pues sabe que hacen lo posible por salir adelante pero hay alguien que se interpone en sus caminos.

Damián sufre un asalto en la calle, cuando está abordo de su automóvil. Al negarse a entregar sus pertenencias a los asaltantes, recibe balazosa que terminan con su vida. Su muerte horroriza a Helena y Tamara, quienes se ven afectadas, mientras que Marta Julia es consolada por Leonel, provocando con ello que Tamara la acuse de serle infiel a su padre, siendo apoyada por la malvada abuela, quien jura a la nuera que no recibirá un solo peso de la herencia del difunto, por lo que le aconseja que aliste sus cosas y se largue a la calle, que es a donde pertenece. Leonel intercede por la viuda, asegurando que esta tiene derechos y él la ayudará en lo que necesite, despreciando el amor de Tamara, quien pide a su abuela que se unan y destruyan a Marta Julia.

La sensual Yalitza, empleada de los Malestra, desprecia el amor del criado Jacinto Miguel, pues está encaprichado con Antolín e intenta seducirlo a toda costa, sin éxito, descubriendo que el hombre todavía está interesado en Rosario, por lo que comienza a espiar a la mujer a escondidas, descubriendo que esta aun se ve con su amado. Amenaza con acusarla con Efigenio, y la patrona la reta a que le haga ese favor, pues nada le gustaría más que librarse de su marido para ser feliz con el hombre al que ama. Aparece Efigenio y las ve discutiendo por lo que pregunta qué pasa y la sirvienta acorrala a su rival para que hable. Aparece entonces Jacinto, quien asegura a su patrón que su esposa está acusando injustamente a la criada por algo que no hizo.

Por ordenes de Efigenio, Melesio quema las sembras de Antolín, durante la madrugada, sin dejar rastro de su presencia. Al enterarse de lo que sucede, el dueño acude a intentar salvar al menos algo de su siembra, apoyado por su familia y amigos, sin embargo no logra nada. Asegura a su amigo y mano derecha, Ignacio Varela, estar convencido de que Efigenio Malestra se encuentra detrás de todo, por lo que va a enfrentarlo, para jurarle que así le queme mil cosechas, nunca le venderá sus tierras.

Prudencia desahoga con el padre Zacarías lo que cree que Efigenio provocó en las siembras de sus sobrinos. El sacerdote busca al hombre para exigirle que deje de ensañarse con esos muchachos, los cuales no le han hecho nada. El malvado hombre solo se burla del sacerdote, al que asegura que, cuando quiere algo, no descansa hasta obtenerlo.

Virtudes descubre que Damiana ha muerto y llora por la pérdida. De inmediato avisa del deceso a los allegados para darle el último adiós. Al velorio se presentan Efigenio y su familia y este intenta indagar qué pasará con la casa y terrenos que ha dejado la mujer. Nadie le da razón por lo que él, ambicioso, hace saber a Melesio que hará crecer su fortuna, pues la muerta no tenía familia y esto le dará oportunidad de apoderarse de todo.

Helena está decidida a deshacerse de la viuda de su hijo antes de que el testamento de este sea leído y por ello inventa que Marta Julia tiene amoríos con Leonel. Cuando la viuda reprocha el que le levanten falsos y se atreve a atacar verbalmente a su suegra, esta la abofetea y le exige que se vaya de su casa, pues no le darán un solo centavo de la herencia del difunto. En ese momento suena el timbre y penetra alguien para notificar a Marta Julia que su tía abuela ha muerto y debe presentarse de inmediato a los funerales. Ante la pesadumbre de vivir con su suegra y cuñada, la mujer toma la decisión de irse, no sin antes dar aviso a Leonel, quien la apoya y desea acompañarla pero ella se niega. Llega al pueblo justamente cuando Damiana ya ha sido enterrada, y en el cementerio se cruza frente a frente con Antolín, quien le da razón de todo y la acompaña hasta la que fue la casa de la difunta. Allí la mujer se instala con ayuda de Virtudes, a la que dice que jamás tuvo idea de que tuviera una tía abuela.

Prudencia reprocha a Efigenio el haber impedido que Antolín o incluso su propio hijo, Sandro, se casaran con Rosario debido a que él siempre estuvo obsesionado por ella. El hombre asegura que eso no es verdad pero a Prudencia no puede engañarla y ella le asegura que tarde o temprano pagará por todas las que les ha hecho a sus sobrinos, pues no solo es responsable de su ruina, sino de la muerte de su padre y de que no puedan realizarse. Le pregunta cuanto le pagó a Abelardo para que este le entregara a su hija y el hombre calla para luego advertirle que mida sus palabras, si no quiere acompañar a Damiana en el panteón. Prudencia asegura saberlo tan cobarde, que prefiere matar para no enfrentar su realidad.

Briseida habla con Ignacio de los desplantes de Sandro, por lo que el campesino le asegura que su novio en realidad está obsesionado con su madrastra, Rosario, a la que siempre deseó. Briseida no puede aceptarlo y busca a su amado para preguntárselo. Este le da a entender que es verdad y ella lo besa, le asegura que si se casan lo hará olvidarla. El hombre solo se burla de la pobre enamorada.

Sandro discute con su padre, Efigenio, quien lo abofetea le dice que es un viejo ridículo si pretende creer que Rosario un día lo llegará a amar pues se casó con él obligada por su padre. 

Efigenio se burla de su hijo, al que recuerda que está dolido y se tiró al vicio del alcohol en cuanto supo que la mujer a la que siempre amó sería su nueva madre, la hembra de su papá, al que le debe cumplir en la cama como mujer. Sandro sale furioso a emborracharse y busca a Briseida para acostarse con ella pero esta vez la mujer lo rechaza, por lo que él la toma de los cabellos y se desfoga, tratándola con violencia.

Marta Julia da un paseo y descubre a Antolín bañándose completamente desnudo, erotizándose con su sensual cuerpo, por lo que desde ese momento empieza a sentir una fuerte atracción hacia él. Luego lo busca, por recomendación de Virtudes, y le pide que le muestre cuales son los terrenos que heredó, descubriendo así que su herencia, además de la casa, son tres locales en el centro del pueblo, los cuales su tía Damiana mantuvo arrendados para así ayudarse. Caminan juntos y son vistos por Rosario y Efigenio, los cuales desde su auto los contemplan, ella celosa y el otro asombrado por la belleza de la desconocida.

Melesio intenta seducir a Yalitza, quien lo rechaza y le hace saber que ella solo ama a un hombre. Aparece entonces Jacinto para decirle al capataz que la sirvienta ha descubierto que Rosario se ve a escondidas con Antolín Crespo y está decidida a decírselo al patrón. Melesio entonces acude a la muchacha y la abofetea para luego advertirle que si se atreve a abrir la boca la hará arrepentirse por el resto de su vida. Acude entonces a Abelardo, al que exige parte del dinero que Efigenio le da, a cambio de no enterar a este de la infidelidad de su hija. El ambicioso padre le hace saber que mientras él viva nadie empañará sus intereses y le advierte que no se meta con él, porque se puede arrepentir. Melesio se ríe del viejo y lo entera de que el que lleva las de perder es él, pues por las bajas pasiones de su hija, volverá a estar en la ruina.

Camilo desahoga con Ignacio sus frustraciones y desprecio hacia el campo, pues él quisiera tener otra vida, vivir rodeado de lujos, como los habitantes de la casa grande. Impresiona al trabajador cuando confiesa haber deseado que Efigenio fuera su padre.

Antolín se lleva una fuerte impresión cuando ante él parece Abelardo, para advertirle que se aleje de su hija o de lo contrario Efigenio lo matará cuando se entere de que se ve a escondidas con ella. Al hombre poco le importa eso, pues ama a Rosario y no descansará hasta saberla su esposa. El padre de la mujer se ríe de él y le pregunta si puede darle la vida que le da Efigenio, por lo que después le pide que no sea iluso y acepte que es y siempre será un muerto de hambre.

Rosario logra salir del corazón y la mente de Sandro cuando este conoce a Marta Julia, con la que queda profundamente impresionado. Le ofrece su amistad y ayuda para lo que necesite y ella simpatiza con él. Luego habla con Virtudes, la cual le advierte que el hombre es un borracho irresponsable, para entonces hablar maravillas de Antolín, contándole lo trabajador que es a pesar de que le ha ido mal, sobre todo desde que el hombre que dejó en la ruina a su familia también se casó con la mujer que el hombre no ha dejado de amar.

Antolín se encuentra con Marta Julia, la cual se siente demasiado atraída hacia él y por ello le pide que la lleve a beber algo. Así lo hacen y ella le pregunta por Rosario, sabiendo por boca del hombre como la ha amado desde que eran unos chiquillos, y cómo ha sufrido al saberla casada con su peor enemigo. La recién llegada le cuenta que es viuda y que, aunque se casó enamorada, fue muy infeliz, pues su difunto marido jamás le dio su lugar, poniendo por encima a su madre y hermana, las cuales nunca la aceptaron. Al volver a casa, el hombre tiene una discusión con Camilo, quien se niega a seguir ayudándolo a trabajar las tierras y le exige que se las venda a Efigenio y con ello se vayan a la capital en busca de una vida mejor. El hermano mayor explota, se resiste, y pide a su hermano que, si tanto odia su vida, entonces sea él el que se marche y se busque una nueva. Se encierra en su habitación y tempranamente habla con su tía Prudencia, la cual le dice que quizás Camilo tiene razón, pues mientras Efigenio viva ellos jamás podrán realizarse. Es entonces que Antolín revela tener solo el deseo pero un día logrará tener la fuerza para matar con sus propias manos a su enemigo.

Abelardo se presenta ante Rosario y la abofetea fuertemente, acusándola de ser una maldita, perra, desgraciada y mal agradecida, además de piruja. Le revela saber de sus encuentros con Antolín así como la entera de que ya lo saben tres personas en la casa grande y pronto el rumor llegará a oídos de Efigenio, el cual la matará. Ella llora pero está segura de sí misma y confiesa que prefiere estar muerta que seguir al lado de un hombre al que no ama y que solo le causa repulsión. No saben que el mismo Efigenio los está escuchando y esto le ha dolido hasta lo más profundo del alma. Esa misma noche, de la nada, obliga a su esposa a hacer el amor de la manera que a él le gusta, confesando estar harto de tantas negativas. La hace suya, la abofetea y al fornicarla con violencia le pregunta si es así como lo hace con su amante, Antolín, al que él matará. Ella solo llora y se horroriza cuando el hombre le dice que a partir de ahora no saldrá a encontrarse con su amante, encerrándola bajo llave. Desesperada, ella grita que la dejen salir pero nadie puede ayudarla. El malvado esposo ordena a Melesio que mate a Antolín. Al escuchar esto, la mujer sabe que debe darse prisa y escapar o de lo contrario ocurrirá una tragedia. Por su parte Melesio planea como tender una emboscada a Antolín y decide que lo matará esa misma noche al citarlo en un lugar, enviándole textos a su teléfono, fingiendo ser Rosario citándolo en el lugar en que se ven. Esta a su vez logra escapar y se da prisa para llegar a tal lugar, convencida de que allí tenderán la emboscada. Al darse cuenta de que su mujer huyó, Efigenio toma un arma y sale a buscarla. Ella enfrenta a Melesio y al forcejear él le dispara con su rifle. El disparo sacude al pueblo y alerta a Antolín, quien se encuentra en camino y se da prisa. De pronto se oye otro disparo. Cuando llega al lugar, ve a su amada Rosario agonizando, sosteniendo la pistola de Efigenio, quien se encuentra herido de un brazo. El enamorado les pregunta a sus enemigos qué han hecho y toma a su amada en sus brazos, suplicándole que resista. Melesio se atreve a mencionar que la culpa es de él, por no haber aceptado que la mujer ya era de otro, al grado de haberla convertido en una asesina que intentó matar a su propio marido. Rosario muere sin decir la verdad de lo que sucedió, llenando de dolor a Antolín, a quien Efigenio responsabiliza de lo que sucedió y asegura que la muerte de la mujer quedará en su conciencia.
Destruido, el amante vuelve a casa y se desahoga abrazando a su tía Prudencia, ante la cual llora sin cesar. Le cuenta lo que pasó y aparece Camilo, quien lo abraza.

La muerte de Rosario ha causado asombro en la gente del pueblo, pues se rumora que la mujer murió a sangre fría cuando intentó matar a su propio marido, a quien el fiel Melesio defendió. La noticia ha destruido el corazón de Abelardo, el cual siente culpa y remordimiento. En el funeral de la mujer, habla con Efigenio, quien le informa que no perdonará nunca la traición de la que fuera su esposa y lo responsabiliza a él, por lo que termina con sus trato y le asegura que no recibirá un peso más. Luego de enterrar a su hija, consumido por la culpa y el arrepentimiento, Abelardo se cuelga de una soga.

Al paso del tiempo llega la época de cosecha y en la casa grande hay grandes actividades que enaltecen el orgullo de Melesio, el cual, con altivez, insulta y explota a los jornaleros, siempre acompañado por Sandro, quien accidentalmente sorprende desnuda a Yalitza y se da cuenta de que la chica está llena de sensualidad. Acude a espiarla y es sorprendido por Briseida, quien lo besa y al admirar la imponente hacienda revela que su ilusión es ser algún día la dueña y señora de ese lugar. El descarado Sandro le dice que entonces está tratando de conquistar al hombre equivocado y le aconseja que le caliente la cama a su padre, ya que en la suya ya no tiene lugar.

A los jornaleros se han sumado Antolín y Camilo pues ambos deben hacerse de dinero que les permita ahorrar, debido a las pérdidas que provocó el incendio en sus siembras. Junto a ellos trabaja Ignacio, el cual no soporta las intransigencias y malos tratos de Melesio, al que enfrenta, por lo que es echado.

El doctor Nicolás Anguiano ha llegado a radicar al pueblo con sus dos hijas, Olga y Fabiana, dos chicas aparentemente inhibidas pero que muy en el fondo esconden al demonio del deseo que, al hacerlas darse cuenta de la cantidad de hombres de trabajo y musculosos en la región, desata en ellas gran admiración. Es Fabiana, la menor y rebelde, quien al dar un paseo por las tierras conoce a Camilo, por el cual siente una fuerte atracción desde el primer momento.

DICIEMBRE 2023. Marta Julia se entera de que uno de sus inquilinos desocupará uno de sus locales y habla con Prudencia, a la que propone que lo tome, por una renta pequeña, y ponga un negocio junto con sus sobrinos, así se ayudarán. La mujer no sabe si aceptar y acude al padre Zacarías para pedirle consejo. Este la convence de que cualquier riesgo es mejor que el de trabajar para Efigenio, quien a su vez ha puesto los ojos en Marta Julia y comienza a pretenderla, recibiendo evasivas de la mujer, quien le dice saber muy bien quién es, pues se ha informado con gente del pueblo.

Yalitza se le insinúa a Antolín, quien le suplica que se olvide de él y lo deje tranquilo, la muchacha asegura que el hombre la amará aunque sea por la fuerza y para ello se vale de sus conocimientos de herbolaria, por lo que al recolectar unas plantas, junto con su menstruación prepara un toloache que pone en los alimentos del hombre. Es descubierta por Jacinto, quien la besa por la fuerza para demostrarle que es tan hombre como el que ella anhela pero solo recibe burlas y desprecio por parte de la sirvienta, quien comienza a verter la pócima mágica en los lamentos de Antolín y al paso del tiempo, en la luna llena, está a punto de lograr su cometido pues el hombre cae en sus redes, sin embargo son descubiertos por Camilo, quien impide que la sirvienta cumpla su cometido y al sospechar lo que hace, le advierte que si no se aleja de su hermano les contará a todos lo que ha hecho. La muchacha se altera y discute con el chico, siendo sorprendidos por Marta Julia, a quien la sirvienta acusa de ser una entrometida y esta la abofetea. La criada es consolada por Jacinto, al que jura que se vengará.

Leonel ha perdido comunicación con Marta Julia y por ello decide que irá a buscarla, pues finalmente debe tomar posesión de la herencia de Damián. Por su parte la mujer es sorprendida por Sandro, quien a toda costa desea enamorarla, lo mismo que su padre. La mujer rechaza al hombre y le asegura no ser mujer para él. Ante los desprecios de esta, el despechado se emborracha y acude a desfogarse con Briseida, quien lo rechaza pues está cansada de que él sola la busque cuando se alcoholiza. Entonces el vuelve a la hacienda y acude al cuarto de Yalitza, quien asustada le pide que se marche pero él la toma por la fuerza y le hace saber que será suya cada vez que quiera. Esto lo descubre Jacinto, quien intenta consolar a su amada pero es despreciado nuevamente. Este asegura que no le rogará toda la vida.

Marta Julia se alegra por la presencia de Leonel, el cual le dice que es millonaria pues su marido le heredó la mayoría de sus bienes, razón por la que debe volver a la ciudad. Ella sin embargo teme a las represalias de Helena y Tamara. Habla con Antolín, el cual le aconseja que vaya y busque la felicidad. Ella, que se ha enamorado de él en silencio, le pide que la acompañe, pero el hombre se niega. Ambos cruzan miradas, se dejan llevar por el momento y finalmente se besan. Terminan haciendo el amor.

Fabiana se ve a escondidas con Camilo y su hermana Olga se da cuenta de que anda en amoríos, por lo que la reprende. La menor de ellas le propone que haga cambios en su persona, que se arregle, que salga, y se de cuenta de que hay miles de hombres dispuestos para ellas. Olga se persigna y aconseja a su hermana que desista de caer en pecado, puesto que avergonzará a su padre.

Prudencia desahoga con el padre Zacarías sus penurias y este le aconseja que venda la casa en que viven ella y sus sobrinos y con eso busquen una nueva vida. La mujer comienza a hacer limpieza y al pedir ayuda a Camilo para mover unos muebles, descubren unos documentos que por años creyeron perdidos. 
Al leerlos se dan cuenta de que no se encuentran en la ruina, como lo creyeron. Se los muestran a Antolín, el cual se alegra y asegura haber sabido siempre que sus padres no lo habían perdido todo. Habla con Leonel y le muestra tales papeles; el recién llegado le dice que puede proceder legalmente y lo ayudará. Esto hace que Antolín celebre al lado de Matha Julia, con la que se pasea por el pueblo, atreviéndose a besarla en público, siendo vistos por Briseida, quien entera a Sandro. Este jura que matará a su enemigo, pues está harto de que le arrebate a las mujeres que le gustan. Pide a Melesio que lo acompañe y lo sorprenden bebiendo en un bar con Ignacio. Arman una riña de la que Sandro quiere valerse para apuñalar a su enemigo pero es sorprendido por compañero de este, quien se interpone, siendo él el herido. Al darse cuenta de esto, Antolín se abalanza contra Sandro para golpearlo. Al estar en la calle, Melesio le dispara por la espalda. Los villanos huyen y los heridos van a dar a la clínica municipal, donde el doctor Anguiano los atiende.

Leonel alerta a Marta Julia de volver a la ciudad si no quiere meterse en problemas. La mujer no quiere dejar solo a Antolín y acude a enfrentar a Sandro, al que exige que la deje tranquila pues nunca será para él. Luego el hombre es abofeteado por Efigenio, el cual lo acusa de ser un estúpido y le exige que se aleje de esa mujer. El vástago esta vez reta a su padre y le asegura que no volverá a permitir que le arrebate a la mala el amor de una mujer, como hace años hizo con Rosario. El padre sin embargo es atrevido y busca a Marta Julia, a la que decide hablar sin rodeos y le hace entrega de una costosa joya, con la cual le pide que se case con él. La mujer lo rechaza y le hace saber que está enamorada de Antolín. Efigenío se burla y le asegura que al lado de ese muerto de hambre jamás tendrá lo que puede tener con él y cuando la mujer le dice estar al tanto de sus fechorías y lo hiere al rechazarlo por ser mayor, feo y sin gracia, el hombre la amenaza y le asegura que, si él quiere, puede perder lo poco que le heredó su tía y se vería obligada a marcharse para siempre. Ella, con la misma altivez, asegura no temer a sus amenazas, pues está dispuesta a pagar el precio de despreciarlo.

Antolín se encuentra fuera de peligro y pide a Marta Julia que viaje a la ciudad y arregle sus problemas, puesto que él hará lo mismo en el pueblo, pero Ignacio se debate entre la vida y la muerte. El chisme de lo que les sucedió se esparce por el pueblo y los jornaleros se revelan contra Melesio, el cual azota a algunos y golpea a otros. Sin embargo estos se le van encima. Aparecen Sandro y Efigenio, quien sobre su caballo echa tiros al cielo y advierte a los trabajadores que no permitirá rebeliones. Al volver a la casa grande recibe a Leonel, quien luego de que inspecciona la casa en que Marta Julia vive, asegura que una vez saliendo de allí no permitirá que regrese, por lo que se entrevista con Efigenio y le propone venderle las propiedades que heredó la mujer. Casualmente Virtudes pasa por la hacienda y lo ve salir, despidiéndose cordialmente del amo y señor. La mujer se oculta para no ser vista y teme a que el hombre pueda traicionar a Marta Julia, a la que cuenta lo que ha visto. Esa calla saberlo ante su amigo, con el cual viaja a la Ciudad de México para reclamar su herencia, enfrentándose a Helena y Tamara, quienes solo la atacan y ofenden. 
Esta vez las villanas se sorprenden al ver ante ellas a una mujer aguerrida que levanta la voz y las hace callar, para luego decirles que no las dejará en la calle y les dará la casa en la que han vivido los últimos años, pues ella no la quiere. Helena sin embargo desea absolutamente todo lo que era de su hijo y que su nuera renuncia a todos sus derechos pero Marta Julia se opone y les exige que se conformen con la casa o de lo contrario con lo que recibieron de herencia tendrán que comprarse una propia. Luego tiene una discusión con Leonel, quien le confiesa su amor y le pide que se casen y olvide lo que vivió en el pueblo de su tía. Ella lo rechaza y le reprocha el actuar a sus espaldas. Le promete que si llega a saber que hizo tratos con Efigenio Malestra, nunca se lo perdonará.

Olga, que ayuda a su padre en la enfermería de la clínica, se encarga de curar las heridas de Ignacio, con quien se encariña rápidamente, sorprendiéndose cuando este, con engaños, le tiende una trampa para poder besarla. Habla con Fabiana esta le aconseja que si en verdad el hombre le gusta entonces se deje llevar por el amor. Le revela que ya tiene un noviazgo con Camilo.

Sandro se hunde cada vez más en el alcohol y busca riña por todos lados. En una de sus parrandas, como ha vuelto costumbre, acude al cuarto de Yalitza para hacerla suya. Esta vez es sorprendido por Jacinto, quien lo sorprende por la espalda y lo apuñala, para entonces darse a la fuga. La aterrada sirvienta arma tremendo escándalo que alerta a Efigenio, el cual acude al lugar y exige a Melesio que de inmediato lo lleven a la clínica, donde el doctor Anguianlo lo atiende y al cual el padre del herido amenaza, jurando que si no salva a su hijo, lo acompañará en su tumba. Luego visita la iglesia, donde el padre Zacarías le asegura que ha comenzado a pagar por todos sus errores, recordándole que ya ha enviudado dos veces y sus dos esposas murieron en circunstancias extrañas, y siempre con él presente. Lo alerta de que quizás se haya encargado de robarse las tierras de los más necesitados, de engañar a otros para apoderarse de sus propiedades, pero que pronto sus actos se volcarán contra él, comenzando con su hijo, el cual no resiste a la operación para salvar su vida y muere. Este hecho llena de dolor al hacendado, quien se desquita con los empleados y echa a la calle a Yalitza, a la que responsabiliza de su pérdida. La muchacha se va y encuentra consuelo en Virtudes, quien le ofrece comida y techo mientras Matha Julia regresa.

Antolín se entera por Camilo de la muerte de Sandro y acude a dar el pésame a Efigenio, el cual lo echa de su hacienda.

Marta Julia investiga con un abogado sobre el caso de las escrituras que Prudencia encontró y se entera de que los dueños pueden reclamar sus tierras. Se comunica con Antolín y lo entera de esto por lo que el muchacho celebra con su familia y el padre Zacarías, quien les asegura que su difunto padre sabía lo que hacía y no movió un solo dedo contra Efigenio mientras tuvo vida, a sabiendas de que solamente lo alertaría y dejaría desprotegidos a sus hijos.

DÍAS DESPUÉS: Melesio ha dado con el paradero de Jacinto y al atraparlo lo lleva ante Efigenio, quien tortura al muchacho, moliéndolo a golpes, para dar un ejemplo al resto de sus empleados, los cuales, provocados por Ignacio, se levantan en huelga. Ignacio a su vez acude a Antolín, quien les dice que ahora que él recupere sus tierras todos tendrán trabajo y un trato digno.

Marta Julia discute con Leonel, quien se opone a que vuelva al pueblo y le pide que se case con él. Ella lo rechaza y le pide que la olvide, despidiéndose de él para siempre. El hombre no tiene más remedio que consolarse con el amor de Tamara, quien celebra con su abuela el haber sido finalmente correspondida.

Fabiana se entrega a Camilo y se enamora todavía más de él al sentirse mujer. El chico le asegura que dentro de poco su familia tendrá mucho dinero, pues gran parte de las hectarias pertenecientes a la casa grande le pertenecen.

Antolín se alegra con el regreso de Marta Julia, quien ha viajado acompañada de un abogado que le hace saber al hombre como procederán para que recupere lo suyo. Levantan un juicio en la capital del estado y pronto Efigenio recibe un documento que le exige comparecer. El hombre lo ignora y entonces Melesio le hace saber que quizás no se trate solo de una treta más de los Crespo, pero el hombre está convencido de que el padre de estos le entregó las escrituras de sus propiedades a cambio de dinero y al no pagar lo perdió todo. Cual es la sorpresa del hombre cuando el abogado Lucio Molina se presenta ante él para que hablen. Intenta intimidarlo y entonces este le explica que los documentos que tiene en su poder son falsos y que quizás las firmas en los pagarés que el difunto señor Crespo le firmo, no coinciden con la firma original de este, por lo que ha estado invadiendo propiedad ajena durante años y esto tiene consecuencias legales. El furioso Efigenio echa al licenciado de su hacienda y se presenta ante Antolín para amenazarlo. Este lo encara y le asegura que le ha llegado su hora y no permitirá que ponga un pie en las tierras que nunca le han pertenecido. Se abre un juicio y para que Efigenio no vaya a la cárcel debe pagar a los Crespo la renta anual de cada propiedad que explotó, así como entregarles un porcentaje de las ganancias que haya obtenido al utilizarlas, metro por metro, convirtiéndose esto en una cuantiosa fortuna, sobre todo cuando gente a la que el hombre engañó en el pasado se une, provocada por el mismo Antolín y Camilo, para reclamar sus derechos y denunciar las estafas del hacendado, quien jura que actuará conforme a la ley. Sin embargo sabe que se encuentra perdido y asegura a Melesio que si ha llegado su fin, no se irá solo al infierno.

Antolín y Marta Julia viven su amor libremente y él le propone que, ahora que él ha recuperado lo que le pertenece y el futuro le sonríe, sea su esposa. Ella acepta y cuenta todo a la tía Prudencia, quien la felicita y acude a la iglesia a dar gracias a Dios por la felicidad que les ha enviado. Inaugura su local de comida, el cual de inmediato se convierte en un gran éxito, pero la felicidad es ensombrecida cuando la mujer es víctima de la maldad de Efigenio, el cual manda a Melesio a hacer explotar el local, con la mujer dentro, sin que ninguno de los sobrinos de esta pueda hacer algo para salvarla. 

La muerte de Prudencia  llena de dolor a los hermanos Crespo, quienes se refugian, cada uno por separado, en Marta Julia y Fabiana.

Olga revela a su padre que está enamorada de Ignacio y el hombre no comprende como su hija pudo haber puesto los ojos en un peón. Ella le reprocha el nunca permitir que se relacione con nadie, pues a todos sus pretendientes siempre les ha encontrado defectos. Amenaza con ingresar a un convento si esta vez él no la apoya. Nicolás abraza a su hija y le asegura que, si ella es feliz, entonces él también lo es.

Briseida no se repone a la muerte de Sandro y se desahoga con Melesio, quien intenta enamorarla. Ella lo rechaza y le exige que guarde su distancia, pues a Antolín le permitió muchas cosas por ser el hijo de un gran señor, pero él, aunque sea la mano derecha de Efigenio, no deja de ser un simple criado. Molesto, el capataz le suelta tremenda bofetada y le dice que le demostrará de lo que son capaces los criados. La toma por la fuerza y al fornicarla le cubre la boca y nariz con una mano. AL terminar descubre que la ha asfixiado. Se da a la fuga, supuestamente sin que nadie lo vea, pero alguien lo ha visto salir sigilosamente.

Antolín está convencido de que Efigenio se encuentra detrás de la muerte de su tía y quiere vengarse, sin embargo Marta Julia impide que cometa una locura y espere a que las autoridades hagan su trabajo.

Al caminar por el campo, Yalitza se aterra al encontrar el cuerpo muerto de Jacinto, por lo que da parte a las autoridades y al mismo tiempo decide buscar a Efigenio, al que dice haber llevado un aguardiente que ella misma preparó, para compensar lo que sucedió a Sandro por su causa. Se porta de manera fogosa ante el hombre, quien se atreve a meterle la mano bajo la falda y, malicioso, le dice saber por qué su hijo la visitaba tanto. La sienta sobre su escritorio, manoseándola, y ella le sirve el aguardiente, haciendo que beba y desnudándose para él. Lo emborracha, lo hace alucinar y entonces él comienza a ver en la empleada la imagen de la difunta Rosario, luego la de su primera esposa y finalmente la de Prudencia, todas riéndose de él. Efigenio se confunde, pero luego comienza a sentir ansiedad y les exige a todas que desaparezcan. Las apariciones toman una sola forma, la de Rosario, quien se acerca a él, desnuda, y lo besa, para decirle que por fin ha llegado su hora, y todas serán suyas en el infierno. Las alucinaciones del hombre son tan grandes, que sale corriendo de la hacienda, buscando ayuda, pero ninguno de los trabajadores se la da. Yalitza lo ve alejarse, satisfecha, y se marcha de la Casa grande, a la que la policía llega para interrogar al hombre, quien vuelto un mar de miedo, al estar confundido, confiesa sus fechorías, inculpando a su fiel criado Melesio, el cual intenta darse a la fuga pero es detenido por Antolín, quien lo enfrenta a golpes, casi hasta matarlo cuando el malvado le revela que mató a Rosario y también a su tía Prudencia. 

Sin embargo es detenido por Camilo e Ignacio, los cuales impiden que se ensucie las manos por alguien tan insignificante. Lo deja tranquilo y Melesio es llevado a prisión, donde debe encarar a Efigenio, quien parece haber perdido la cordura y solo ve a sus muertos, atacándolo, razón por la que confiesa sus crímenes, sumergido en una terrible locura. Los dos malhechores son enviados a prisión.

Al paso del tiempo tanto Antolín y Camilo, como mucha otra gente, recuperan las tierras que en el pasado les fueron arrebatadas y ante la imposibilidad de Efigenio para pagar por todos los daños causados, la casa grande le es entregada a Antolín como pago a todo lo que se le debe así como los daños morales. Este asegura que las cosas cambiarán de ahora en adelante y decide rechazar la propiedad, pero sí recuperar sus tierras y recibir como pago las tierras que rodean la hacienda. Junto con Ignacio comienza a trabajar lo que le pertenece, contratando gente a la que trata con respeto.

Marta Julia se siente feliz por Antolín y, alentada por Virtudes, decide comprar la casa grande y remodelarla, pues desea vivir en ese lugar.

Yalitza busca a Antolín e Ignacio para despedirse, pues se irá del pueblo para siempre. Les desea lo mejor y finalmente hace una visita a Melesio, en la cárcel. Le entrega un puñal con el que este, más tarde, ante la locura y exigencias de Efigenio, le corta la garganta, silenciándolo para siempre.

El doctor Agudelo pone a Camilo e Ignacio un ultimátum y les lee la cartilla sobre lo que exige para sus hijas, la cuales son decentes y bien portadas. Estos prometen que respetarán y amarán a Fabiana y Olga como es debido, por lo que tienen formalmente la autorización del médico para estar con ellas.

Antolín visita las tumbas de los suyos y lamenta que sus padres y su tía Prudencia no vivan para gozar de la felicidad que se respira en el pueblo luego de tantos años de impunidad. Se reúne con Marta Julia, a la que pide que sea su esposa. Ella acepta y al poco tiempo se casan en la iglesia del padre Zacarías, quien los bendice. Los enamorados festejan en grande con los suyos y antes de que salga el alba hacen el amor. Cuando ella se queda dormida, Antolín camina por el que es su nuevo hogar, la casa grande, enmudeciendo cuando ve el espíritu de Rosario, deambulando. Lo sigue y en su momento ella se torna ante él, sonriéndose y extendiéndole la mano, diciéndole que lo ha estado esperando.



























© NOVELAS CIBERNÉTICAS DR. 2023
Esta es un obra protegida y los derechos de su contenido son propiedad de su autor
por lo que están enteramente prohibidas su copia y reproducción parcial y/o total
así como el uso de su contenido con fines de lucro.
(R) 2019 (P) 2023